Año 2093. Se han cumplido las peores profecías. El contexto es el más lamentable posible y muestra una sociedad desarticulada y abandonada a su suerte. En el escenario, un cuerpo solo, incomunicado y febril intenta sobrevivir en esas condiciones, aunque a priori no sepa muy bien por qué o para qué.
Acaso Cuerpos es un solo de danza contemporánea con toques de Butoh en donde se deja hablar al cuerpo en estos tiempos en el que la presencialidad, la corporalidad y los abrazos están siendo sustituidas por la virtualidad y la distancia física y social. Vivimos en sociedades que moldean cuerpos desautorizados, olvidados, objetivados, condenados e inútiles. Cuerpos en ausencia de sociabilidad, en la pérdida total de noción de comunidad. Cuerpos que parecieran han olvidado su fuerza, su poder y su belleza. Cuerpos despojados de su soberanía, potencialidades y poder transformador.
Si creemos, como dice Paul Valery, que “un cuerpo tiene, por su simple fuerza y por su acto, poder bastante para alterar profundamente la naturaleza de las cosas”, ¿Qué le ocurre a estos cuerpos que parecieran negado de su capacidad? ¿Siguen teniendo esa fuerza intrínseca, ese poder resonador, esa capacidad de generar cambios?.
Todavía hay CUERPO. Cuerpos deseantes, excesivos, indóciles, que escapan a todo intento de reducirlo a deshechos, de encuadrarlos en un espacio fijo, de inmovilizarlos. Cuerpos empáticos que todavía pueden sentir y que aún se mueven, resuenan y vibran. Acaso cuerpos capaces de transformar y de incidir activamente en la variación de su entorno.
Y mientras haya cuerpo, hay esperanza.