Pieza de flamenco experimental y teatro que reflexiona sobre la naturaleza humana a través del juicio público al artista, su ética y sus miedos.
Un cantaor flamenco toma la palabra, mira el espectador, saluda amablemente y comienza a hablar sobre el sujeto juzgado. Un recorrido por las experiencias personales de la chica basta para diseccionar su geografía humana más compleja: “Ella antes era mejor, ahora es una rata, mi nuevo iPhone es mejor que ella.” Este es el punto de partida de Yo antes era mejor. A partir de un momento de pérdida tanto personal como profesionalmente donde los cimientos de la identidad se tambalean, nace una reflexión sobre la profesión, el paso del tiempo y la moralidad. Desde una posición de constante exposición, el sujeto-intérprete se ofrece generosamente para ser juzgado por el sujeto-espectador como parte de su profesión; ponemos en tela de juicio este asentamiento profesional llevando la idea de juicio hasta las últimas consecuencias: este es el punto en el que el intérprete pasa a ser una “rata” acorralada por el espectador, un lugar en el que ha perdido sin saber cómo todo lo bueno que poseía. Formalmente la obra se asienta en la experimentación física y sonora del flamenco: dos bailaoras y un músico percusionista exponen el flamenco a la ruptura y a la fusión con otras disciplinas, la danza contemporánea y el teatro gestual. En un primer momento la creación se componía de una única pieza corta de quince minutos de duración, pero la obra empieza a entenderse como un trabajo-concepto más que como una creación cerrada. Dos años después de su estreno, la pieza corta se transforma en la obra Yo antes era mejor. “Por la noche, nos mantenían despiertos los gritos de hambre de los artistas”.